sábado, 26 de noviembre de 2011

Sobre las hipotecas excesivas.

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Yo tengo una hipoteca. Tengo una hipoteca que he elegido yo, sabiendo lo que firmaba y cuáles era las posibles consecuencias futuras de esa firma.

¿Y ahora le voy a echar la culpa al banco?

Y es que se ve que a muchos les crece el cerebro cuando les falta el dinero.

Que los bancos han abusado, lo sabemos. Que los bancos han arriesgado nuestro dinero y han perdido, lo sabemos. Que los bancos no son asociaciaciones benéficas... bueno, eso no lo sabe todo el mundo.

Indignada estoy yo, al ver cómo una madre grita en televisión que sus hijos tienen que dormir en la calle porque ella se comprometió a pagar algo que casi seguro no podría pagar en un futuro.

"Es que el banco me dijo", "es que el banco no me dijo", "es que una claúsula abusiva", "es que son dos claúsulas"... y así te cuentan una y otra excusa, para evitar sentirse, no únicos, pero sí últimos responsables de su propia desgracia.

Porque, ¿qué nivel de conciencia y fantasía, tiene alguien que se comprometa a algo, sin la seguridad de poder cumplir la promesa? Y más delito hay, si ese compromiso se acata con personas al cargo y con riesgo de perderlo todo.

Porque ellos son responsables. RES-PON-SA-BLES. La única razón que les eximiría de esa responsabilidad es que el banco les apuntara con una pistola mientras les ponía un bolígrafo indeleble en la mano.

Porque no excuso a los bancos, pero tampoco puedo quitar culpa de aquellos que cerraron los ojos porque querían una casa mejor, o porque querían un coche más potente o querían viajar todos los veranos a Eurodisney.

Y es muy difícil hacer estas afirmaciones, cuando es más fácil la demagogia. Pero estoy harta de una España en la que creemos que todos son derechos y no hay, ni obligaciones ni deberes, y mucho menos responsabilidad. Muchos creen que el gobierno es "papá gobierno", que tiene, o debe tener, la solución a nuestros problemas INDIVIDUALES.

Que no leches, que no es momento de quejarse. Que es momento de trabajar, de luchar, pero no solo en las calles a la vista de todo el mundo. Que hay muchos en la lucha silenciosa. Hay padres rompiéndose el lomo para que sus hijos puedan tener libros en el cole. Que hay madres aprendiendo a no tirar las sobras para que sus hijos tengan algo de comer todos los días. Que hay gente que no lucha en la calle, pero que cuando todo esto pase, que pasará, no mirarán atrás pensando en el tiempo que perdieron quejándose.

Y ale, ahora a llamarme antisocial, insolidaria, facha, mala vecina, derechista, antipatriota e incluso loca. Ale, que me he quedao a gusto.